Incluida en la mesa (Des)Identidades sexuales y de género
EN BUSCA DE LA ESENCIA PERDIDA: LAS IDENTIDADES DESDE UNA PERSPECTIVA TRANS.
Agradezco a la Coordinadora Estatal de Organizaciones Feministas, a la Asamblea de Mujeres de Granada y muy especialmente al grupo Conjuntos Difusos su invitación a participar en estas jornadas.
¡Las identidades desde una perspectiva trans! (digo “una” porque existe una gran diversidad dentro del movimiento trans, en realidad existen tantas perspectivas como personas trans, que no dejamos de ser, en mayor o menor medida, el conjunto de los seres humanos, como se pretende mostrar en esta ponencia).
Este año 2009 nos separa seis décadas de la famosa frase de Simone de Beauvoir: “No se nace mujer, se llega a serlo” y las mujeres transexuales suponemos en la práctica una verificación de esta afirmación-hipótesis.
Desde el movimiento trans se han asumido dos perspectivas enfrentadas explicativas de la propia condición transexual:
- La postura biologicista o esencialista, que atribuye a determinismos biológicos, diferencias orgánicas en el desarrollo embrionario, la explicación de la existencia de las personas transexuales, llegando incluso a afirmar que la base se encuentra en una diferenciación cerebral femenina o masculina en un sentido dicotómico-opuesto-exclusivo.
- La explicación constructivista o sociológica por el contrario afirma que la identidad de género es el resultado de un proceso de construcción social y que no tiene asociado ningún sustrato biológico.
El enfoque constructivista, que con el tiempo se ha perfilado como el de mayor consenso, ha supuesto una relativización de los modelos impuestos de sexo-género (impuestos desde las culturas dominantes). Si bien desde algunos sectores de movimientos y poblaciones trans (en otras épocas con mayor urgencia e insistencia) se ha buscado una esencia de género escrita en algún sustrato biológico, y se ha hecho como forma de autolegitimación, como forma de contrarrestar aquellas voces que en aras de mantenernos apartadas, excluidas de “su” sistema social-cultural nos mentaban como ficciones de hembras y machos; pues bien, se ha buscado y no ha habido éxito: ¿Porqué una persona se siente de otro sexo-género? Vaya usted a saber, se siente y por tanto es real la identidad, el sentimiento de pertenencia. Hemos buscado la esencia (much+s continúan buscando y argumentando en esta dirección) y no hemos sido capaces de encontrar algo que se le parezca. Y como esta necesidad de autolegimarnos, que surge de las innumerables trabas que el sistema nos impone a este nuestro transitar por caminos que se apartan de la norma sexual dicotómica, continúa violentando nuestras vidas, tenemos que repensar nuevas formas alternativas a los discursos esencialistas.
La norma sexual basada en una concepción dicotómica de los sexos y géneros ha empujado a las personas trans (de igual forma que al resto de personas) hacia dos y solo dos modelos a reproducir para adaptarse al sistema social. Los avances tecnológicos en el ámbito de la medicina han hecho posible modificar la propia morfología sexual para contribuir a este proceso de adaptación a los modelos establecidos de cuerpos sexuados.
La evolución de los debates en el seno del movimiento (o los movimientos) trans aporta un modo más flexible de concebir los sexos-géneros-identidades, cuestionando la necesidad de las cirugías y otras tecnologías moldeadoras de los caracteres sexuales como forma de legitimar las disidencias transidentitarias. Hombres trans que no consideran necesario someterse a cirugía de reducción de mamas para reivindicarse hombres, transmujeres sin cirugía genital, transpersonas que no se amoldan a los estereotipos de mujer o de hombre y que se mantienen en los márgenes, intersex que se reivindican en su plenitud corporal.
De esta manera los movimientos y perspectivas trans están contribuyendo a una decisiva renovación de las concepciones sobre los sexos y los géneros. Y el impulso para llegar a este estado es la superación del sufrimiento que supone la imposición de unos modelos determinados, rígidos y exclusivos, cuando la persona no se adapta o identifica con ellos.
En el contexto español, en pocos años, hemos asistido al reconocimiento de unos derechos básicos mínimos para las personas transexuales. La conocida como Ley de Identidad, aprobada en 2007, supuso en cierta medida un aprobado oficial del derecho a ser transexual, a existir, a constituirse en sujetos de derechos. Una vez establecido este marco mínimo ha sido posible la extensión de un discurso crítico contra la concepción patologizante de las identidades que se apartan de la norma (discurso entonces ya existente pero no asumido en el Estado español), y en concreto de las identidades trans, concepción plasmada en la propia Ley al requerir un certificado de “disforia de género” para poder acceder a los derechos al cambio de nombre y sexo legales. Este discurso, conocido como la lucha por la despatologización de las identidades trans, liderado por generaciones muy jóvenes de activistas, está contribuyendo también a una concepción no exclusivamente binarista de los sexos y los géneros. La evolución de los discursos ha conducido a cuestionar la autoridad de la medicina como determinante de la legitimidad de las identidades trans, y el uso de las tecnologías de modificación sexual como caminos de obligado transitar en virtud del reconocimiento social de la propia identidad sentida.
La/las perspectiva/perspectivas trans, de este modo, aportan argumentos para deconstruir la norma sexual dicotómica, contribuyendo a concebir modelos de sociedad con mayor libertad de elección de la expresión de la propia identidad. La imposición de los modelos binarios de sexo y género se muestra como un mecanismo generador de sufrimiento innecesario, como un paradigma desfasado y que está siendo duramente cuestionado por la existencia de realidades que escapan a su constricción y por nuevos enfoques en los ámbitos académicos.
Han sido múltiples las conexiones entre los movimientos feministas y trans. Las realidades trans e intersex son una importante fuente de debates en el movimiento feminista, cuyos extremos contrapuestos se pueden ejemplificar en los discursos de Janice Raymon: “La violación... es una violación masculina de la integridad del cuerpo. Todos los transexuales violan el cuerpo de la mujer al reducir sus formas a mero artificio, apropiándose este cuerpo... Aunque normalmente la violación se perpetra a la fuerza, también se puede cometer mediante el engaño”, frases extraídas de su obra The Transexual Empire: The Making of the She-Male, escrita en 1979 –en palabras de Sandy Stone(1): “Según mi interpretación de Raymond, ésta define la transexualidad como la creación de un malvado imperio falocrático, destinado a invadir el espacio de las mujeres y hacerse con el poder que estas ostentan. Aunque Empire es representativo de un momento específico dentro del pensamiento feminista y prefigura la apropiación que la derecha radical hizo del lenguaje empleado por el sector liberal de la política, hoy, en 1991, a doce años de su publicación, sigue siendo la declaración definitiva sobre la transexualidad desde el punto de vista de una mujer académica”-, y Judith Butler (“La proliferación de estilos e identidades de género se enfrenta explícitamente a la distinción binaria entre los géneros, que muchas veces se da por sentada...”) en su obra Gender Trouble, publicada en 1990 (desde luego Judith no representaba el prototipo de mujer académica a la que se refería Sandy).
Es curioso el hecho de que la no adaptación de individuos a los modelos impuestos de género y cuerpos sexuados haya desatado (y continúe haciéndolo) tan fuertes reacciones en algunos sectores del pensamiento feminista. ¿No tendrá que ver con que estas realidades escapan y cuestionan los esquemas con los que se intenta definir y acotar los sujetos del movimiento feminista? ¿Puede estar asociado a que en la práctica es muy complicado escapar a los mecanismos que imponen los modelos binarios de sexo y género, incluso para los movimientos sociales transformadores?
En el contexto español también han existido y existen reacciones desde el movimiento feminista estimuladas por las realidades trans. Quiero reflejar ciertos hitos que a mi juicio marcan la evolución en este sentido:
- Encuentros Feministas Estatales de 1993 en Madrid. Por primera vez se presenta una mesa sobre transexualidad con participación de ponentes trans. Esta mesa sirve para desmontar muchos de los prejuicios existentes en el movimiento feminista sobre la realidad de las mujeres trans y en palabras de Kím Pérez(2) , una de aquellas ponentes “El valor de esas Jornadas fue la radical y cordial apertura del movimiento feminista a las transexuales.”, afirmación que comparto con ella, si bien no fue de igual manera en las distintas ciudades. En Madrid, a partir de entonces, mujeres transexuales han estado presentes cada año en la organización de la Comisión 8 de marzo.
- Encuentros Feministas Estatales en Córdoba, año 2000. En este caso se produce un acercamiento de activistas transexuales que a través de sus ponencias trasladan sus aportaciones a la lucha feminista. Estas dos activistas fueron Laura Bugallo y Kim Pérez. Me interesa recordar el título y subtítulo de la ponencia presentada por Kim, por su claridad y trascendencia:
¿MUJER O TRANS? LA INSERCIÓN DE LAS TRANSEXUALES EN EL MOVIMIENTO FEMINISTA"
El hecho trans plantea una pregunta al movimiento feminista: o las mujeres trans tienen pleno derecho a ser entendidas como mujeres, dentro de los presupuestos binarios del sistema sexo-género o su existencia manifiesta radicalmente el fin de la binariedad y la comprensión del movimiento feminista como fuerza que actúa en otros términos.
Bien, nos encontramos hoy día en las Jornadas Feministas estatales de Granada, 2009. Desde diferentes orígenes, contextos, redes sociales y activistas venimos trabajando en los últimos tiempos bajo un nuevo enfoque o marco que algunos grupos comenzamos a denominar transfeminista. Buenos ejemplos de su práctica los encontramos en la reciente movilización conocida como Stop Patologización Trans 2012, organizada por muchos grupos y activistas de diferentes partes del mundo englobados en la Red Internacional por la Despatologización Trans; el Proyecto Transgénero y la Casa Trans en Quito (Ecuador); así como las Jornadas Feministas celebradas entre el 25 y 28 de noviembre en Donosti. Estas alianzas que se vienen entretejiendo están resultando muy productivas, enriquecedoras y empoderantes para las muchas sujetas que nos nombramos en su seno. Es una realidad, el funcionamiento con estos nuevos enfoques se está practicando desde cada vez mayor número de organizaciones, y no es casual, es la consecuencia del devenir de los movimientos, de las afinidades entre personas y grupos, de la evolución de los discursos y del encuentro en la calles, en las movilizaciones.
Es muy posible que el término transfeminista se nos quede corto y que muchas de nuestras miembras se sientan excluidas o no representadas. En el momento político en que nos hallamos nos apetece nombrarnos de esta manera para reflejar una realidad concreta en nuestro devenir, si bien nuestra capacidad de reinvención probablemente provocará no pocas mutaciones en esta denominación…
Juana Ramos
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NOTAS:
1 Sandy Stone, "The Empire Styrikes Back: A Posttransexual Manifesto", 1991.
(ver: http://www.sindominio.net/karakola/antigua_casa/manifiestoposttransexual.htm)
2 Breve historia de la Asociación Centro de Identidad de Género de Andalucía. Diciembre de 2003
(ver: http://www.transexualia.org/modules.php?name=Content&pa=showpage&pid=4)